¡Como duele Paraguay!
El dolor no tiene necesariamente que ser algo malo. De hecho
un dolor de parto, según como se mire es algo bueno, así como cuando te sacas
una espina que te ha estado haciendo sufrir durante semanas, o el dolor cuando
algo termina, porque te abre la puerta a algo nuevo, diferente.
En el caso de Paraguay sin embargo creo que ocurre algo muy
peculiar, y es que es como si al paraguayo y a los que, como yo, estamos
viviendo en Paraguay nos gustara vivir con el dolor. Es más, a veces tengo la impresión
de que se prefiere el dolor ya conocido al cambio desconocido.
No es un dolor grande y si nos paramos a tratar de
percibirlo, a veces es tan pequeño que quizás en ese mismo instante no lo sintamos.
Pero está ahí como un tinitos, como el tema sempiterno de una oda triste que
toca un violín tan viejo como nuestra historia.
Muchos seres humanos ya se han acostumbrado a él. Y dejan
que pase de largo. Lo tratan de ignorar, ocupando su tiempo como sea, emborrachándose
a veces con los amigos, inventando infidelidades…pero en el fondo saben que
está ahí….por algo.
Lo paradójico es que en realidad cada uno de nosotros sabe cómo
remediarlo, sabe que es lo apropiado y sabe que ese dolorcito, esa molestia es
en realidad el portador de un mensaje de bienestar, felicidad y de un futuro
brillante.
Y lo triste es que tan solo unos cuantos, quizás ilusos, quizás
inocentes o quizás artífices de los grandes cambios que han de venir se
preocupan, pasan a la acción aunque parezca indiferente… porque para ellos ese
sonido apenas perceptible es aún insoportable.
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